Hace un mes fui a ver la película acerca del asesinato de Colosio, salí indignada de esa sala y sin querer comentarla. En primer lugar porque tanta corrupción e impunidad hace que la sangre me corra velozmente, no oxigene mi cerebro y sea una furia al momento de hablar. En segundo lugar porque este mi amado pueblo mexicano hace notar en cada una de sus fibras su ignorancia; las personas de la sala se reían y yo no podía creerlo ni soportarlo. A veces me consuelo diciendo que es característica del mexicano burlarse de su tragedia.
Al escudarme y excusar a mi pueblo, recuerdo el fragmento de un poema que dicen así: México, creo en ti, como en el vértice de un juramento. Tú hueles a tragedia, tierra mía, y sin embargo, ríes demasiado, acaso porque sabes que la risa es la envoltura de un dolor callado…México, creo en ti, porque escribes tu nombre con la X que algo tiene de cruz y de calvario: Porque el águila brava de tu escudo se divierte jugando a los “volados: con la vida y, a veces, con la muerte.
Así como la madre de todos los derechos es la Libertad de Expresión, la madre de todas las desgracias es la ignorancia. Pueblo que no conoce su historia esta condenada a repetirla. México me duele. Me duele su pueblo pero me duele más su ignorancia supina. Ya no solo hablamos de personas que sin argumentos recurren a defender lo indefendible, a insultarte por defender tu opinión y tus derechos, que de paso son los suyos también, sino de la gente que viendo no ve. Aquella que no tiene educación ni información y no sabe en que México vive, de la cual abusan por ello.
Hoy vi una imagen que me recordó la película, hoy vi una imagen de Luis Donaldo Colosio. Esa película hizo que recordará que mi acercamiento a mi México y a la política fue a los 10 años, era inevitable con mi capacidad de observación no darme cuenta que las personas adultas tenían una enorme fe en ese hombre. Recuerdo sus mítines y recuerdo ese lamentable día en Lomas Taurinas, recuerdo a todos mirando el televisor, viendo y no creyendo. A esa edad, tuve indignación, a esa edad yo escuche: Veo un México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla.
Con aquella imagen de hoy, recordé un discurso que ofrecí en un concurso de oratoria a mis 12 años, que más o menos decía así:
«La Doctrina Monroe dicta a la letra América para los americanos, yo diría, México únicamente para los mexicanos. ¿Qué ocurre?, ¿Qué pasa en este hermoso suelo, Dios bendijo a esta tierra y maldijo a sus hombres? De ningún modo, necesitamos mexicanos con vergüenza, mexicanos que amen a su patria, mexicanos comprometidos con su pueblo, verdaderos atalayas de la justicia. Es vergonzoso lo que ocurre en este país todo por causa de malos gobernantes. ¿Qué importa Morelos? ¿Qué importa Juárez? ¿De qué ha valido el sacrificio de Zapata y Villa? ¿Por qué hemos enlodado el nombre de nuestros grandes héroes? ¿Por qué hemos arrancado la vida a hombres como Luis Donaldo Colosio?
Hoy también me corre la indignación, tengo memoria y conciencia histórica. ¿Votar de nuevo por el PRI? ¿Alegar que ya cambió? Algunos dicen por ahí que México ha cambiado mucho desde el asesinato de Colosio. En esos dieciocho años, me ha tocado vivir muchas cosas, una de ellas la transición del poder. Nunca pensé que vería de nuevo el regreso del famoso PRI. Una amiga comento a manera de broma: A ustedes les da miedo que AMLO sea como Hugo Chávez, a mí me da miedo que el PRI sea como el PRI.
Y aunque sé que este pueblo ya no es el mismo, donde una masa llamada jóvenes ha despertado si da miedo pensar que el dinosaurio regrese recargado y con nuevas formas de autoritarismo, da miedo que los monopolios tengan un poder desmedido, da miedo que la gente permanezca en la quietud y solo se quede mirando como nuestro futuro es decidido como un juego de azar.